MATCH POINT ( 2005) Woody Allen
La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte. Asusta pensar cuantas cosas se escapan a nuestro control.
¿Estás de acuerdo con este pensamiento?
Podríamos dividir a las personas en dos grupos: los que dan más importancia a la suerte y los que dan más importancia al esfuerzo o a la actitud personal.
Lo que sabemos es que esta creencia condiciona nuestra vida de manera extraordinaria.
Cuando pensamos que la suerte es el factor más importante de la vida, asumimos una actitud pasiva ante las dificultades, esperando a que la solución se presente por sí misma; ya que la suerte parece estar fuera de nuestro control:
¡A ver si tengo suerte y…
- me ponen preguntas fáciles en el examen!
- me llaman pronto para un buen trabajo!
- conozco al hombre de mis sueños!
- me toca la lotería!
Si pensamos que la clave del éxito es el esfuerzo personal, entonces da igual que llueva, truene o que haga sol. Al considerarnos responsables de nuestros resultados, sabemos que si nosotros no actuamos nadie lo hará, y seremos más resistentes a las dificultades.
En psicología se denomina locus de control externo cuando pensamos que lo que nos ocurre está fuera de nuestro control, y locus de control interno cuando pensamos que es nuestra actitud la que determina nuestra vida.
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Si mides la suerte por las veces que has tenido fortuna jugando a la lotería, y otros juegos de azar, tienes un concepto muy limitado de las matemáticas. Las probabilidades son mínimas. El Estado favorece este pensamiento mágico promocionando los juegos de azar, y los medios de comunicación colaboran con esta farsa mostrando a los “afortunados” brindando con champán.
Lo cierto es que para que algunos pocos ganen, muchos miles deben de perder; pero perder a la lotería no es mala suerte, es lo normal, lo extraño sería ganar.
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El azar forma parte de nuestra vida.
A veces ocurren cosas prodigiosas y otras veces vienen mal dadas. Hay personas que teniéndolo todo a favor no tienen éxito, y otras que con una vida llena de dificultades han sabido encontrar un camino de superación y sabiduría; digamos que el azar les dio malas cartas, y que ellos aceptaron el reto de jugarlas (Viktor Frankl, Nelson Mandela, Nick Vujicic, Stephen Hawking …)
En otras palabras, tener malas cartas no significa que tengamos que rendirnos.
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La película Match Point (2005) de Woody Allen, comienza con una pequeña reflexión sobre el azar, haciendo un símil con el juego del tenis:
Aquel que dijo más vale tener suerte que talento, conocía la esencia de la vida. La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte. Asusta pensar cuantas cosas se escapan a nuestro control. En un partido hay momentos en que la pelota golpea el borde de la red y durante una fracción de segundo puede seguir hacia adelante o caer hacia atrás. Con un poco de suerte sigue adelante y ganas, o no lo hace… y pierdes.
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El problema cuando pensamos en la suerte es que no valoramos realmente todos los datos para considerar si somos o no afortunados.
Jostein Gaarder, en su libro El misterio del solitario hace el siguiente comentario a través de uno de los personajes de la novela:
La vida es como una gran lotería en la que solamente son visibles los boletos ganadores.
Los boletos ganadores somos cada uno de nosotros. Durante siglos, y milenios, nuestros antepasados sobrevivieron a grandes peligros antes de dejar su descendencia, resistiendo al rigor de fríos y largos inviernos, a los desastres naturales, a los cientos de guerras que han asolado el planeta o a grandes epidemias. Todos tuvieron que sobrevivir para que nosotros estemos aquí ahora.
Imagínate una carrera con un millón de participantes ¿Qué posibilidades crees que tienes de ganar?. Piensa ahora que son diez millones de participantes… más difícil todavía; ¡Imagínate que son 100 millones de participantes!
Cada uno de nosotros partió de una célula sexual perdida en el caos de 250 millones más en busca de un solo óvulo. Todos nosotros fuimos ganadores en aquella carrera de locos.
¿Somos o no somos un boleto premiado?
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El azar nos dará a veces malas cartas. No será el momento de apostar ni de arriesgar. Pero no seamos victimistas pensando en nuestra mala suerte:
Hemos llegado hasta aquí fruto de una gran carambola de la historia y de la biología.
¿Existen los golpes de suerte? Por supuesto que sí. Pero a la suerte hay que obligarla un poco. Si estás buscando trabajo y presentas treinta currículums, tendrás más probabilidades de éxito que si presentas solo tres. Si estudias para un examen durante dos semanas, tendrás más probabilidades de aprobar que si solo estudias el día anterior.
En definitiva, si salimos a la calle a dar un paseo, o al cine, o a tomar un café, tendremos más probabilidades de que nos ocurran cosas maravillosas que si nos quedamos en casa. También asumimos más riesgo. C´est la vie.
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Lo que quiero resaltar en esta ocasión es que la suerte ya nos ha sonreído y de una forma extraordinaria. Podríamos tener más dinero, más comodidades, más horas de descanso, un trabajo mejor pagado, o al menos un trabajo digno… ¿Seríamos más felices?: Sí, durante los siguientes dos meses. Después volveremos a normalizar la situación y a soñar con algo para mejorar nuestra vida.
Jostein Gaarder, en el libro antes mencionado hace esta reflexión:
Me pareció muy triste que los seres humanos nos acostumbremos a algo tan indescriptible como es el hecho de estar vivos.
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Mi propuesta en esta ocasión es que recuperemos el asombro por el fenómeno de la vida. Que dejemos que el azar siga repartiendo sus cartas, a veces jugar en desventaja también tiene su atractivo. ¿No admiramos más a aquellos que llegaron lejos partiendo de una situación desventajosa?
No culpemos más a la suerte de nuestra situación. Es verdad que a veces golpea duro, pero a veces ese golpe viene de nuestra propia disposición a recibirlo. En la baraja entran muchas cartas que no nos gustan, pero que forman parte del juego: la muerte de un ser querido, un examen importante no superado, un problema grave de salud, la pérdida de un empleo…
¿Queremos vivir intactos, sin desgracias de ningún tipo, y morir radiantes de felicidad? Esa carta no entra en la baraja, ¿o quizás si?. Si somos capaces de aceptar la vida con todas sus consecuencias y además de maravillarnos por cada gesto de bondad, cada pincelada de belleza que nos ofrece la naturaleza, cada historia de superación personal… quizás podamos entender que la luz y la oscuridad, la vida y la muerte, el placer y el dolor son reversos de la misma moneda.
Acepta las cartas que el azar te da. No siempre serán de nuestro agrado, pero hay momentos en los que la vida nos sonríe con los brazos abiertos y entonces entendemos que todo tiene sentido.
Cuando la vida nos dé limones, tendremos que hacer limonada.
O como propone Pablo Motos, habrá que darle la vuelta a la tortilla:
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CRISIS PERSONAL: EL ARTE DE JUGAR CON MALAS CARTAS
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Un diálogo interesante de la película Match Point:
- Creo que es importante tener suerte en algo.
- Yo no creo en la suerte, creo en el trabajo duro.
- Sí, el trabajo duro es esencial, pero todo el mundo teme reconocer lo importante que es la suerte. Según parece los científicos confirman cada vez más que toda la existencia es fruto del puro azar, sin un fin ni un designio.
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